En el teatro barroco se podía escuchar el sonido de la lluvia, el temblor de los truenos, el estruendo de una batalla. Y un barco podía surcar las olas. Siempre me han gustado las máquinas de viento, los molinillos que admiraba con ilusión de pequeña y que ahora siguen manteniendo mi atención como si se tratara de magia. Sigo sonriendo, intentando capturar el movimiento, evocando esos molinos en busca de Don Quijote.
En este baúl gigante donde todas las pasiones humanas están contenidas, la emoción es mi máquina de viento, la que me lleva hasta allí, a ese lugar que es el teatro, para descubrir un poco más de mí misma, de quienes están a mi lado, del ser humano.
Me gusta poder guardar las palabras en el bolsillo, tocar la luna con las manos, y nadar en mares de fantasía. Y me gustan las historias sencillas, quizá porque la sencillez puede ser maravillosa por su pequeña grandiosidad, y en esas sencillas historias, muchas veces, se encuentra la esencia de la vida.
qué gusto!
un río fluido de palabras adecuadas
un suave tobogán zigzagueante en el que mecerse
bonito, muy bonito
y muy gozoso de leer, incluso para un indisciplinado de la lectura como yo
me gusta
si soy capaz de averiguar como meterme asiduamente, seguiré tu nuevo pequeño hijo
a ver cómo crece
Gracias, Pedro, palabras halagadoras que me invitan a seguir escribiendo. Puedes suscribirte, así no tienes que meterte asiduamente y estás al día. Al final de la página puedes hacerlo. Besos
Me encanta tu página.
Me gusta comprobar que en este mundo tan austero paralasartes,tan duro para el teatro aún quede gente que puede regalarnos una nueva y profesional visión de algo tan mágico y aveces tan invisible como es el teatro.
Espero que en el futuro podamos trabajar juntas
Gracias, ASTRID. A mí también me encantaría trabajar contigo.
Hola Alexis:
Enhorabuena, creo que tus palabras son dignas de un precioso libro…
Gracias, Isabel.